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¡Hasta siempre querida Josefina!

A través de una entrevista inédita, que alumnos del Instituto Educativo Nuevo Milenio de Unquillo le realizaron a Josefina Valli de Risso, El Milenio rinde homenaje a quien fuera la primera empleada telefónica de Unquillo y presidenta de la fundación que lleva su nombre.
  • Por Francisco Del Río y Mauricio Bouchet.
  • Suplemento Especial: Antes de mi.
  • Instituto Educativo Nuevo Milenio.

Josefina Valli de Risso dejó de existir el pasado 27 de febrero, tenia 98 años y desde los siete que vivía en Unquillo. Fue empleada telefónica y Presidenta de la Fundación que lleva su nombre.

En una entrevista inédita, que estudiantes del Instituto Educativo Nuevo Milenio le realizaron tiempo atrás, Valli de Risso compartió una pequeña porción de su vida, la que forma parte de la historia unquillense y de la región.

El Milenio: ¿Cuánto hace que vive en Unquillo?

Josefina Valli: Vivo en Unquillo desde que tengo 7 años, ya llevo 90 años en el pueblo.

Tuve cinco hijos, una mujer y cuatro varones, los dos menores fueron mellizos. Tristemente uno de mis hijos falleció.

EM: ¿Cuál fue su profesión?

JV: Era empleada telefónica, fui la primera empleada mujer en Unquillo. Lo que hacía era levantar las clavijas para conectar las llamadas que la gente me pedía a través de un aparato que se llamaba conmutador. Me llamaba una persona y yo, con un lenguaje de códigos, le tenía que preguntar con quien quería hablar y conectar su llamada.

Era un trabajo cansador para mí, aunque había 16 números. Al principio sólo había uno que era el del “Sierras Hotel” y luego se fueron sumando otros; estuvimos un año con 16 números más o menos.

Recuerdo una anécdota que cuando conectaba las llamadas de Guido Buffo y Lino Spilimbergo me quedaba hablando durante un largo rato. Spilimbergo me pedía que deje ir a mi hija así él podía pintarla pero yo no se lo permitía ya que no había nadie que pudiera acompañarla.

EM: ¿Qué cargo ocupaba en su trabajo?

JV: Al principio fui operadora y al año pasé a ser supervisora. No pude ser jefa porque en esa época a las mujeres no se las consideraban para esos cargos. En el trabajo conocí a mi marido (que ya esta fallecido), él fue quien trajo a Unquillo la telefónica, que en esa época era de los ingleses y luego pasó a ser Entel.

“Cuando conectaba las llamadas de Spilimbergo y Buffo me quedaba hablando un largo rato”.

EM: ¿A usted la hacía feliz su trabajo?

JV: No, generalmente uno con el trabajo se conforma, no es que siempre te haga feliz.

EM: ¿Cómo fue Unquillo en un principio?

JV: Había menos gente, más chicos y menos casas. Cuando yo llegué aquí no había luz eléctrica, todos andábamos con una vela, pero como eran unas noches tan hermosas de luna, la luz eléctrica no importaba demasiado como ahora.

Unquillo fue creciendo poco a poco, en mi época hubo mucho turismo, era el “Carlos Paz” de las sierras. Fuimos una especie de comunidad durante varios años, se mantuvo por mucho tiempo con pocos habitantes.

EM: ¿Qué es lo que más te gusta del pueblo?

JV: Me he acostumbrado a todo, ya estoy mayor y no recuerdo de lo que me gustaba cuando era joven. Si no mal recuerdo, me gustaban los chicos (risas).

EM: ¿De qué otra manera cree usted que aportó a la historia unquillense?

JV: Con un trabajo honesto, en donde cumplía a rajatabla los horarios y las obligaciones con mucha responsabilidad.

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