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“Las técnicas están a disposición, no por encima del artista”

Claudio Gómez es uno de los más importantes referentes de la escultura en Córdoba. Con obras que intervienen desde las calles, hasta los museos más importantes de la provincia, el artista ha dejado su impronta inconfundible, marcada a fuego en cada composición.
  • Colaboración: Agustina Gallego, Milagros Ocanto y Lara Rodríguez. 4°A IENM.

La infancia como primera usina podría ser el punto de partida que definiese el arte que ha creado Claudio Gómez a lo largo de su importante trayectoria. En relación a ello, destaca lo importante que fue en su crianza la inclinación de su familia en torno al arte: “He tenido un gran apoyo. Mi padre trabajaba de sastre, y los fines de semana en vez de hacer volar un barrilete nos llevaba a sacar fotografías en blanco y negro. La fotografía tiene todo un mundo por detrás y a mi viejo eso le encantaba, era un estudioso de la imagen. En cuanto a mi mamá, ella era un enorme impulso, y siempre decía que hagamos lo que nos apasione, lo que nos haga felices, sin importar que profesión uno eligiere”.

De la mano de su inquietud y el constante apoyo de sus padres, Gómez sostiene que lleva “toda una vida” como artista plástico, ya que con apenas seis años ingresó al taller juvenil de arte en su ciudad natal, Bell Ville. “En paralelo a la secundaria continué estudiando en la escuela de Artes, y luego me radiqué en Córdoba Capital para estudiar en la Escuela Provincial de Bellas Artes, Figueroa Alcorta. Una vez terminados mis estudios, ahí ya me dediqué de lleno a trabajar como artista plástico”, afirma Claudio.

Al igual que ocurre con sus obras, su decisión de optar por la escultura, como técnica primaria para expresarse, tuvo que ver con un impulso, y con el devenir mismo de sus experiencias de vida, reflejadas en la creatividad. Al respecto, el oriundo de Bell Ville remarca: “La escultura tiene un individualismo que no tiene la pintura, y lo relaciono con algunos deportes que he hecho, que son totalmente individualistas, como el ciclismo. De ahí tomo lo que yo pienso como una cuestión de inercia, y una dinámica que me dio el deporte. Hablo de un individualismo bien entendido, la escultura la elaboro solo, al igual que todo el proyecto e investigación que hay detrás”.

“Cuando miro hacia atrás valoro lo que hice, pero en realidad a mí me interesa pensar en los procesos nuevos”, sostiene Gómez.

El Milenio: ¿Con qué materiales solés trabajar?

Claudio Gómez: Yo he trabajado en madera al principio, después he utilizado fundiciones de hierro, fundición de aluminio; y ahora, las obras de gran formato las hago todas en chapa. La chapa es un material que te permite llegar a volúmenes grandes, se suelda, se arman estructuras, en cambio con la madera es más complicado, sobre todo porque hablo de obras de seis o siete metros de alto.

EM: ¿Qué herramientas se requieren para poder realizar todas estas estructuras?

CG: Las primeras herramientas que utilizo son los programas de diseño, los escaneos en 3D. Me pongo a soldar en mi casa, con distintas máquinas, como por ejemplo moladoras. Luego hay algunas cosas que se tercerizan por lo general, como los cortes en chapa, o la fundición que se realiza en Montecristo.

En obra.

EM: ¿Hay algún factor en particular que haya marcado tu obra?

CG: Sí, es lo que digo: la infancia. El oficio de mi padre que trabajaba como sastre, y a partir de ahí ronda la imagen. Hay muchas de las obras en madera que produje, que hacen referencia a los maniquíes, a los torsos. Mis hijos ahora están un poco más grandes pero en su momento me dejaban regalos, dibujos de ellos en las sillas, en la heladera. Todo ese garabato que ellos estaban haciendo, esa obra, me invadió.

Pienso que el arte es un juego, uno bien organizado. El juego de un adulto, y los artistas, a veces tienen el problema de encontrar la imagen. Un amigo me decía que hay que escarbar y buscar momentos en la niñez. Yo lo hice, indagué en aquello que salía de las fotografías viejas, de la sastrería de mi padre, todo eso.

EM: ¿En qué técnicas te especializás?

CG: Lo que hago con mis esculturas no tiene una sola técnica. Podría marcar el tema de la chapa, pero utilizo distintas variantes. Voy haciendo de todo un poco, y ahora estoy muy metido en la impresión en 3D y la realidad virtual. No estoy especializado en nada, pienso que las técnicas están a disposición, no por encima del artista. Hay gente que me pide trabajos en hierro, en chapa, o plástico, y a partir de ahí voy creando. Lo que sí es clave, es tener una imagen, y a partir de ella vas armando en distintos materiales.

EM: Cuando mirás hacia atrás y ves lo que hacías cuando arrancaste: ¿Qué pensás de tu evolución como escultor?,

CG: Cuando miro hacia atrás valoro lo que hice, pero en realidad a mí me interesa pensar en los procesos nuevos. El hecho de observar hacia el pasado mi trabajo es extraño, yo una vez que materializo una obra me desprendo de ella. Me gusta el proceso anterior, disfruto de buscar los materiales, de fabricar una máquina, porque también invento máquinas. En ese camino yo veo que no hay tal o cual cosa y la genero yo mismo, a veces me lleva mucho tiempo. Pienso que hoy por hoy, respeto mucho lo que yo hago.

Junto a sus hijos.

EM: Ahora que vivís en Unquillo. ¿Qué te gustaría que suceda en torno al arte plástico en esta ciudad?

CG: A mí me gustaría que se intervenga más Unquillo, como ciudad artística. Que se expanda un poco más, porque no entra todo el mundo al museo, entonces una propuesta interesante sería sacar el arte a la calle.

EM: ¿Qué consejos les darías a las personas que quieren dedicarse a esto?

CG: Que si los moviliza esta profesión generen también una resistencia, que lo tomen con mucha calma, al arte hay que tomarlo con calma. Que abracen la vocación con amor, que piensen en la parte creativa, y sobre todo les diría que la sociedad necesita de los artistas siempre. Necesita que sean la vanguardia, todos los grandes movimientos se dan a través del arte.

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