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“En el fondo siempre hay algo que es nuestro en cada personaje”

El eclecticismo y el talento, entre distintos géneros del teatro y la docencia definen a Nadia Recepter.

El eclecticismo y el talento, entre distintos géneros del teatro y la docencia definen a Nadia Recepter. La actriz bonaerense vive en Río Ceballos desde hace seis años, y cuenta su trayecto, desde el primer taller de teatro, hasta las distintas caras de la interpretación.


Por Ignacio Parisi | ignacioparisi@elmilenio.info
Colaboración: Pedro Pedernera y Francisco Zavala. 4°A IENM

[dropcap]A [/dropcap]los 13 años, Nadia Recepter comenzó con la actuación del teatro; espacio que la apasionó y la invitó a seguir estudiando en el Conservatorio de Capital Federal.

EM: ¿Desde pequeña supiste que esto era lo que querías hacer?

NR: No, la verdad que no. En mi familia no hay una tradición vinculada al arte de ninguna rama. Lo que sí sucedió fue que cuando era muy chica arranqué a estudiar danza como primer acercamiento. Después, a los trece años tuve un impulso y me acuerdo que le dije a mi abuela que me anotara en la escuela municipal de teatro de la zona, pero no fue una cuestión tan clara, de saber desde chica que me iba a sumergir tanto en esto.

EM: ¿Cómo fue tu formación artística? ¿Tuviste algún referente en tus comienzos?

NR: Cuando yo me fui a la capital a estudiar fui a la escuela de Alejandra Boero, una mujer sumamente interesante en cuanto al teatro en Argentina. De hecho creó uno de los primeros teatros abiertos independientes, que tuvo mucho que ver con lo que pasaba en las obras de teatro durante la dictadura. En esa escuela ella pudo brindar un marco más ‘oficial’ si se quiere a la formación. Estuve un año allí, hasta pasar al Conservatorio Municipal. Después, fui buscando distintas opciones, nunca tuve un referente en el sentido de ‘seguir el camino de’. Creo que la búsqueda artística es un trayecto individual, y en esa búsqueda quizás, un día te identificás con algo o con alguien, y al otro día con otra cosa. Uno se va armando a partir de distintas influencias.

EM: ¿Has incursionado en otras ramas del arte escénico?

NR: En teatro sí. Una de las cosas que te da el conservatorio es la posibilidad de encarar distintas áreas. Por ejemplo, hay seminarios de maquillaje, de acrobacia, durante toda la formación. Eso lo brinda el conservatorio al ser municipal, y genera una formación muy amplia, porque en realidad el teatro es una de las ramas que unifica todas las artes. En una obra hay escenografía, hay pintura, música, iluminación, y el conservatorio afortunadamente, me pudo brindar todo eso. Luego por fuera hice danza, y canto, dos propuestas que le agregué a mi formación.

EM: ¿Cuál fue la obra en la que más disfrutaste trabajar?

NR: Hay una obra francesa que se llama “Medea”, que nunca pude terminar de llevar adelante, pero siempre la tengo ahí, en el tintero. También estoy muy metida en una obra que estoy haciendo actualmente, que emerge de un taller de entrenamiento actoral y que estrenamos el año pasado. Se trata de una reversión de una obra de Sartre, que se llama “Puertas Cerradas”.

Nosotros le pusimos “Cuando crezca el olvido”, y es un trabajo que me encanta. En este caso yo dirijo, pero la idea de la obra es que podamos ir cambiando los roles, y que yo, por ejemplo, pase a actuar y otros dirijan. Es una creación colectiva. Arrancamos basándonos en Sartre e hicimos distintos trabajos durante todo el año. Fui recopilando improvisaciones que proponían los actores.

“Siempre, todos los personajes que hice, me han llevado a algún lugar”, afirmó la actriz. Fotografía: Eduardo Parrau.

EM: ¿Te ha abierto puertas en tu carrera vivir en esta región?

NR: La realidad es que yo desde lo personal, me alejé del mundo de la actuación, en el sentido más oficia, cuando decidí venirme a vivir a Córdoba, y puntualmente a Río Ceballos. Como me interesa más otra cosa, me dedico a la docencia, y a dirigir grupos que están renaciendo últimamente, con la idea de hacer teatro en cualquier lado, sin todo ese entorno que se genera alrededor de la ciudad, del esfuerzo, del dinero que hay que poner, del tiempo extra.

Por ejemplo para hacer una obra en Buenos Aires, tenía que empezar a ensayar a las 11 de la noche. Esa era la forma, no había otra, porque la gente trabaja hasta tarde, y como la mayoría de las veces no nos pagan por actuar hay que hacerlo en ese horario. La gente me decía ‘cómo te vas a ir a Córdoba si sos actriz, quédate en Buenos Aires’, pero una de las decisiones que tomé fue justamente pensar el teatro desde otro lugar, entonces yo no podría decir si venir acá me abrió o cerró puertas. Creo que mis decisiones cerraron ciertas puertas para poder abrir otras.

EM: ¿Cuánto de tu personalidad tienen tus personajes?

NR: Algunos más y otros menos. En general, como actores, nunca dejamos de ser nosotros mismos, aunque sea desde otro lugar. Yéndonos a un extremo, podemos inventar a un asesino, y a mí nunca se me ocurrió ni estuve en esa piel, pero cada personaje es una creación desde lo que yo viví, incluso observando a otros, entonces ya, desde ese lugar, queda impregnada tu mirada. Algunos personajes son más parecidos a nosotros, otros son mucho más lejanos, pero siempre nacen de uno, de otra forma seríamos todos esquizofrénicos los actores. Algunos lo son, yo creo que por ahora estoy zafando.

Creo que lo interesante es ir creciendo como actriz, ir analizando, y ahí está el rol del director, que es sumamente necesario, alguien que te ve desde afuera y te diga ‘che mirá: esto que estás haciendo por ahí es muy tuyo’. Siempre tenemos tics, o palabras, y está bueno ir limpiando eso, aunque en el fondo siempre hay algo nuestro en cada personaje.

EM: ¿Qué técnicas empleas a la hora de crear los personajes?

NR: Eso depende a veces del director que me dirija, y del camino que proponga para cada actor. Cada uno tiene su forma, pero en general yo trato de construir mis personajes y los que dirijo sin leer el texto por ejemplo. Es decir, trato de despojarme de la idea de que en el guion está todo. Porque creo que existe todo un lenguaje que no tiene que ver con eso. Existe una tendencia a agarrarnos de cosas, y no poder ver lo que hay debajo, por eso intento construir los personajes desde los más instintivo. Volviendo al ejemplo del asesino, generalmente hay ciertos parámetros, y empezamos a pensar que tiene cara de malo, que seguro tiene el ceño fruncido, y que da miedo cuando entra. Bueno, quizá no todos los asesinos son así, y eso busco generar, interpretar desde lo instintivo, y desde lo corporal antes de leer el texto.

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