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Problemas al cuadrado

Sin lugar a dudas, el Camino del Cuadrado es una vía de comunicación fundamental para Sierras Chicas, pero también, una de las obras más polémicas de la última década. ¿Por qué tiene tantos problemas? ¿Es posible solucionarlos? ¿Qué hay detrás de esta obra que costó 326 millones de pesos según fuentes oficiales, pero cuya cifra asciende a más de 600 millones según legisladores de la oposición?

Colaboración:

Alejandra Abraham, Candelaria Agüero y Camila Ceballos.

Instituto Milenio Villa Allende.

Constanza Romero y Martina García.

Instituto Educativo Nuevo Milenio.


El Camino del Cuadrado es una de las obras públicas que más ha dado qué hablar en la provincia durante los últimos años. De vital importancia para la región, la ruta E-57 es un recorrido de 35 kilómetros que une las ciudades de Sierras Chicas con el Valle de Punilla, desde Río Ceballos y Salsipuedes hasta Valle Hermoso.

La pavimentación de esta ruta, que data de mediados del siglo XX, comenzó hace nueve años. El primer tramo, de 23 kilómetros, se inauguró en junio del 2009, y los 12 kilómetros restantes, en julio del 2011, aunque todavía faltan los últimos tres kilómetros que conectarían el Camino del Cuadrado con la ruta 38.

Su apertura fue recibida con entusiasmo por todos los vecinos de un lado y del otro de las Sierras Chicas. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que empezaron los problemas, ya que los desmoronamientos y los hundimientos de calzada obligaron a impedir la circulación por la ruta en más de una ocasión.


Entre enero del 2015 y diciembre del 2016, el camino permaneció 430 días cerrado. El último episodio de derrumbe fue en enero de este año, a dos semanas de su rehabilitación, tras siete meses de reparaciones.


Mucho se ha debatido en torno al diseño del proyecto, la ejecución de la obra, el manejo de los fondos o el impacto ambiental. En esta edición, El Milenio reúne todas las aristas de la cuestión a través de voces especializadas para traer un informe completo y detallado sobre el polémico Camino del Cuadrado.

Una tierra no tan firme


Las Sierras Chicas pertenecen a un cordón montañoso mayor, las Sierras de Córdoba, que a su vez forman parte de las Sierras Pampeanas. De origen precámbrico, durante millones de años los procesos de erosión fueron reduciendo estas sierras hasta convertirlas casi en llanuras. Sin embargo, en la era cenozoica, la llamada orogenia andina (proceso responsable de la formación de la Cordillera de los Andes) las movilizó, elevando algunos bloques y hundiendo otros.

En este historial geológico de la región se encuentra una de las primeras claves para entender el porqué de los problemas del Camino del Cuadrado. Así lo explicaron, a nivel genérico, Fernando Bertona (geólogo de Mendiolaza que trabaja en el ámbito de la consultoría privada) y Claudio Carignano (geólogo, investigador y docente de la UNC que actualmente vive en Río Ceballos).

“En la zona del Cuadrado existe lo que se llama la falla regional de Sierras Chicas o falla de Punilla. Una falla es un plano que separa dos cuerpos, una ruptura, un plano de discontinuidad que no se ve a simple vista porque está dentro del macizo rocoso. Es una estructura regional que tiene cientos de kilómetros de largo”, comenzó señalando Fernando Bertona.

«Las Sierras Chicas se levantaron por una falla a lo largo de millones de años. La sierra ya tuvo su pico de actividad hace varios miles de años pero aun así es una falla activa. De hecho, en los últimos diez años ha habido por lo menos cuatro sismos con epicentro en la zona», añadió por su parte Claudio Carignano.

«Cuando se levanta una parte de la corteza terrestre (como sucedió en este caso) toda esa masa de roca se rompe, es decir, se va fracturando y queda fragmentada. Entonces, cuando llega a una cierta altura, el mismo peso de la roca, que está rota, hace que se comiencen a mover los pedazos que están inestables y las laderas se vayan desplazando», continuó el geólogo de la UNC.

Según explicó el profesional, esto origina procesos de «remoción en masa» (es decir, «caídas de grandes volúmenes de material de roca”) en la zona donde se encuentra el Camino del Cuadrado. «Naturalmente la zona siempre tuvo ese problema, lo que pasa es que como tenía una buena cobertura vegetal, el proceso era lento y pasaba desapercibido», señaló Carignano.

Sumando factores


A su vez, la constitución geológica de las Sierras Chicas no es la única causa que determina la inestabilidad de la zona, sino que hay una conjunción de varios elementos. Entre esos factores, las lluvias son uno de los más importantes. «El agua es la encargada de lubricar todos los planos y roturas o discontinuidades que hay en el macizo rocoso. Entonces le resta resistencia y deteriora la roca, con lo cual, en épocas de lluvia, se empiezan deslizar los bloques y caen aguas abajo por la propia gravedad», expresó Bertona.

A esto se suma, como apuntó por su parte Carignano, que la roca absorbe mucha agua. “Toda la roca del sector, cuando llueve, tiene capacidad de absorber entre un 7 y un 10% de agua en promedio, lo cual incrementa notablemente su peso y agrava el deslizamiento general», explicó el profesional.

“Además, la cuenca está muy degrada por el uso y los incendios, entonces se ha perdido gran parte de la vegetación natural de porte. Todo eso tenía un bosque antes y el sistema de raíces de los árboles hacía más lento el movimiento. Al retirar esa malla, se acelera también el proceso”, añadió el geólogo de Río Ceballos.

Por otra parte, la composición mineral diversa del macizo rocoso también aporta lo suyo a la problemática. «Cuando uno anda por el camino se ven cuatro o cinco tipos de roca distinta. Aparte del famoso granito, hay una que es más oscura y tiene como bandas. Esas rocas son las gneises y todo ese bandeamiento que tiene está dado por la presencia de mica y otros minerales blandos. Eso, cuando se altera por acción del clima durante miles de años, te da un material que en algunos lugares es arcilloso y así, en conjunto, toda esa roca que ya viene fracturada se altera químicamente y pierde estabilidad estructural a nivel de cristales de minerales, lo cual facilita que se destruya y aporta al proceso de remoción en masa», explicó Carignano.

Torre de Jenga


Estos fenómenos, aunque se presentan en todo el macizo rocoso de las Sierras Chicas, no se manifiestan con igual intensidad a lo largo de todo el Camino del Cuadrado, sino fundamentalmente en la bajada hacia el Valle de Punilla, que corresponde a la ladera occidental de la sierra, cuyas pendientes son más abruptas que las del lado oriental. “Todo lo que está enfrentado a La Falda y Valle Hermoso es la zona más inestable del frente de sierra”, aseguró en este sentido Claudio Carignano.

Esta inestabilidad estructural, si bien plantea un problema importante, no es un obstáculo insalvable para las obras de ingeniería, siempre y cuando se la prevea a tiempo. “Cuando vos hacés una obra y rompés, excavás, modificás, etc. un macizo rocoso, le cambiás su estado de equilibro. Por lo tanto, antes de hacer cualquier cosa, tenés que estudiar muy bien cuáles son las características de ese macizo para usar las herramientas y las metodologías constructivas adecuadas. Ciertamente no sé qué nivel de conocimiento había cuando se hizo el diseño del Cuadrado”, advirtió Bertona.

Mientras tanto, Carignano apuntó que, aunque desconoce el proyecto de ingeniería, sí ha tenido acceso a algunos estudios que se hicieron para planificarlo, en los cuales «hubo poca geología». «El estudio previo que yo vi era bastante liviano, estaba muy restringido al lugar donde el camino tocaba la ladera de la sierra, en vez de tomarlo más como un estudio integral», expresó.

Siguiendo la explicación del geólogo, lo que sucede es que gran parte de la ladera está inestable y se mueve naturalmente. Entonces “cuando se corta y saca material, se le retira parte del apoyo a los bloques que están arriba, y si no se toma la precaución de introducir un diseño adecuado para sostener lo que queda inestable, se mueve cada vez más”. Y, en palabras de Carignano, «una vez que se empieza a mover, es muy difícil y muy caro volver a estabilizarlo».


«El problema ahí es que se diseñó sin tener en cuenta que se estaba moviendo la ladera naturalmente, entonces cuando se generaron los cortes para abrir el camino, se desestabilizó más lo que naturalmente estaba inestable. Se aplicó la técnica incorrecta», advirtió el profesional de Río Ceballos.


Mala praxis


A las sospechas de estudios previos insuficientes y diseño no adecuado del proyecto, se añaden otras relacionadas con la ejecución de la obra y el manejo de los fondos utilizados. En este sentido, uno de los principales detractores del Camino del Cuadrado es el ingeniero Mario Spada, quien en su momento fue Jefe de la División Técnica y Económica del Departamento de Gestión de Obras de la Provincia (Dirección de Vialidad Provincial).

“El proyecto del Camino del Cuadrado ya ha tenido fallas en su elaboración. Partió mal porque no se tuvieron en cuenta una serie de factores que iban a incidir en la ejecución y estabilidad de las obras”, comenzó declarando Spada en entrevista con El Milenio.

¿Qué se hizo y qué se debería haber hecho? Son, tal vez, las dos preguntas del millón.  La principal técnica aplicada en el camino se conoce como “desmonte y terraplenamiento”, que significa, simplificadamente, excavar o volar la montaña en algunos tramos, y rellenar otros (generalmente con el mismo material removido anteriormente), para mantener la altura del camino lo más homogénea posible.

Si no se hace correctamente, esta técnica produce ciertos inconvenientes, como explicó resumidamente el ingeniero Spada: “El Camino del Cuadrado tiene fundamentalmente dos problemas: primero, el haber cortado la sierra y que ahora los taludes no se sostengan, lo que produce los desmoronamientos, y, en segundo lugar, la estabilidad de los terraplenes y pedraplenes que sostienen la calzada, que son muy altos y no se compactaron correctamente o no se les dio el tiempo suficiente para estabilizarse, simplemente rellenaron y pavimentaron”.

Mientras tanto, Carignano también hizo una salvedad con respecto a los terraplenes y pedraplenes. «En este tipo de obras, generalmente en algunos lados cortás y sacás material, mientras que en otros rellenás para hacer el terraplén. No sé cuáles habrán sido las especificaciones técnicas del proyecto, pero la roca que mencioné anteriormente con gran cantidad de mica, no es la que mejor calidad tiene para hacer los rellenos, porque se desarma fácilmente», aportó el geólogo.

Como ya se señaló, estos problemas se presentan fundamentalmente en el segundo tramo del camino, que comprende la bajada hacia Valle Hermoso. Según señalan los profesionales, una alternativa menos problemática para ese tramo hubiera sido la construcción de túneles o viaductos (un viaducto es una especie de puente construido para salvar una depresión del terreno que evita “cortar la sierra” y, a su vez, se enclava en una parte más profunda y mucho más rígida de la roca). “Si bien son obras costosas, a la larga hubieran resultado más barato que todos los trabajos que se han hecho en estos años para estabilizar las sierras”, reflexionó Spada.

Camino de irregularidades


Las críticas de Mario Spada al Camino del Cuadrado no terminan ahí. Desde el lugar que ocupó como Jefe de la División Técnica y Económica de Vialidad Provincial, el ingeniero habló en primera persona sobre las irregularidades de las que fue testigo y, posteriormente, denunciante.

“Yo presupuesté el primer tramo y ya ahí tuve un problemita, porque me hacen presupuestar todas las excavaciones como si fueran voladura en roca y después me encontré con que había tramos donde correspondía haberse puesto el precio de desmonte en todo terreno, que es un procedimiento mucho más barato. Ya ahí me quedé con una amargura por no haber podido evitar eso”, contó Spada.

Sin embargo, los inconvenientes más graves sobrevinieron en el segundo pedazo del camino que comienza en la Estancia El Silencio y debería haberse conectado mediante una rotonda con la ruta 38, con una extensión aproximada de doce kilómetros, de los cuales nunca se completaron los últimos tres.

“En el 2011 me llega un expediente que decía ‘Pavimentación urbana variante Valle Hermoso’. Yo no había presupuestado el segundo tramo así que no sabía qué habían hecho. Cuando voy a ver, me doy cuenta que los tres kilómetros que faltaban pertenecían al segundo tramo, o sea que ya habían sido licitados y me querían hacer preparar una nueva licitación como si fuera un tramo diferente”, continuó el ingeniero, indignado.


“Ahí es cuando les paro la licitación y comienzo a hacer las denuncias públicas porque, además, al recorrer la obra, me doy cuenta de los peligros que se iban a venir en el futuro inmediato, por desmoronamientos y roturas de calzada. El gobierno estaba jugando a la ruleta rusa con la vida de los usuarios porque los alentaba a recorrer el camino a sabiendas de la inestabilidad de ese sector”, declaró.


El polémico cambio de bajada


La historia no termina ahí, ya que uno de los puntos que suscitó más debate con respecto al segundo tramo fue la elección de la ruta a seguir para bajar al Valle de Punilla. Originalmente, el antiguo Camino del Cuadrado llegaba a la localidad de La Falda, atrás del Hotel Edén, pero el nuevo diseño optó por hacer la bajada a la ruta 38 por Valle Hermoso.

Sobre el porqué de esta decisión se barajaron varias hipótesis, pero son varios los que sostienen que habría intereses políticos en medio. “Es muy complejo el asunto. Horacio Miró, que es quien figura como titular de la empresa Britos Constructora S.A., la principal contratista del Camino del Cuadrado, es testaferro de De la Sota y consuegro de César Milani, el ex Jefe de las Fuerzas Armadas que ahora está preso. Y fue el hermano de Milani el que se complotó con Jorge Caserio, el entonces intendente de Valle Hermoso, que a su vez es hermano de Carlos Caserio, que era funcionario de Schiaretti y hoy es senador. Ellos fueron los que direccionaron la obra para que bajara a Valle Hermoso”, reveló Spada.

El hecho de que esa zona de la ladera sea de las más inestables que atraviesa el Camino del Cuadrado complejiza aún más la cuestión sobre la bajada. “Si desde el vamos ya se hubiese decidido hacerlo por Valle Hermoso, tendrían que haber tenido en cuenta las advertencias científicas y técnicas para que el proyecto no modificara la estabilidad de la sierra, con viaductos, por ejemplo. Si se bajaba por La Falda también iba a haber problemas, pero hubieran sido más solucionables. O sea, tanto por Valle Hermoso como por La Falda iban a surgir inconvenientes si no se tenían en cuenta las advertencias geológicas que venían desde hace mucho tiempo. Pero la picardía del poder político pudo más y por eso se decidió ir por Valle Hermoso”, expresó el ex empleado de Vialidad Provincial.

Por su parte, el geólogo Claudio Carignano señaló que seguir el trazado viejo no hubiera eludido el problema, ya que “toda la quebrada tiene el mismo tipo de comportamiento”. “Para bajar se debería haber elegido otro camino que no fuera ninguno de esos sectores”, sostuvo.

Impacto negativo para Vaquerías


Aunque ninguna de las dos posibles bajadas hubiera podido escapar de la problemática geológica de la región, la elección de la variante por Valle Hermoso sí tuvo importantes consecuencias ambientales para la Reserva Natural Ecológica Vaquerías, un área protegida de 380 hectáreas ubicada al lado del Camino del Cuadrado que pertenece a la Universidad Nacional de Córdoba.

“Lo que pasa es que cortaron la sierra en una zona donde el tipo de roca es una roca metamórfica que se rompe y se desarma fácilmente. Eso sumado a que en el sector hay una inestabilidad geológica natural porque existe un conjunto de fallas que producen pequeños sismos, y a que se trata de una zona de cuenca alta, donde las precipitaciones abundantes que ha habido en los últimos años generan un movimiento de todo el suelo, provoca derrumbes constantes que terminan afectando a áreas de cuenca muy importantes, como la del arroyo Vaquerías”, manifestó Joaquín Deon, geógrafo de Villa Allende e investigador de la zona de Sierras Chicas.

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Fuente: La Voz del Interior

La principal consecuencia de este proceso es la caída de grandes cantidades de material sedimentario hacia el arroyo Vaquerías, lo que afecta tanto la composición química y disponibilidad del agua, como las formas de vida asociadas. La Provincia incluso se vio obligada a dragar el dique de Vaquerías en varias oportunidades por la colmatación que genera la caída de tierra y roca desde el camino. A esto se suma, según explicó Deon, cambios en las escorrentías, pérdida de grandes superficies de bosque y la obstrucción del nacimiento de muchas vertientes.

En 2011, la Provincia firmó un acuerdo con la UNC en el que se comprometía a mitigar y remediar los daños ambientales detectados. En su momento, el costo de estos trabajos fue calculado en 20 millones de pesos. Sin embargo, desde la universidad manifiestan que el impacto sobre la reserva sigue produciéndose y que las medidas paliativas no han sido del todo eficientes.

Denuncias de corrupción


Todas estas irregularidades y problemáticas en torno al Camino del Cuadrado llevaron a que, en diciembre del 2014, legisladores de diversos sectores de la oposición realizaran una presentación judicial ante el Fuero Penal, Económico y Anticorrupción de Córdoba. Sin embargo, tras dos años sin progresar, la causa fue archivada en diciembre del año pasado por el entonces fiscal Gustavo Hidalgo, que poco tiempo después fue ascendido a juez del Fuero Anticorrupción (y que hoy es acusado de encubrimiento por los mismos legisladores que presentaron la denuncia).


“El Camino del Cuadrado es para Unión por Córdoba lo que Lázaro Báez para Cristina Kirchner: uno de los hechos más escandalosos de presunta corrupción, el cual no llegó a dilucidarse precisamente porque la Oficina Anticorrupción de Córdoba no existe, al punto que en 20 años de gobierno de UPC no hubo un solo funcionario sospechado o siquiera imputado, a pesar de las numerosas denuncias que se han presentado”, declaró Ricardo Fonseca, ex legislador por el Frente Cívico y uno de los impulsores de la denuncia.


Según el ex legislador, “el camino comenzó con un presupuesto de 47 millones de pesos y se va a terminar, si se actualizan los valores en dólares por cada tramo que se fue construyendo, en aproximadamente 600 – 700 millones de pesos”.

Como suele ocurrir, la gran pregunta en la mente de todos es ¿quién tiene la culpa? Pero cuando hay sospechas de corrupción de por medio, las responsabilidades son difíciles de separar. Muchas miradas apuntan a la empresa Britos Constructora S.A. (subcontratista en el primer tramo y contratista principal en el segundo), uno de cuyos propietarios es Horacio Miró, asesor y exfuncionario de José Manuel de la Sota. «El proyecto fue hecho por la empresa Britos, pero hubo mala fe por parte de la empresa, ya que no hizo o no tuvo en cuenta los estudios geológicos, morfológicos, etc. que demanda cualquier proyecto bien hecho», apuntó Spada.

Sin embargo, el proyecto contó con la supervisión de la Provincia, a quien también correspondían los controles durante la ejecución de la obra. «Hay datos significativos. El camino no se terminó y la Provincia gastó millones para mantenerlo abierto, pero el gobierno ni siquiera hizo uso del factor de riesgo, que es el 10% que tiene que retener a la empresa para corroborar posteriormente si las cosas se hicieron bien. No sabemos si se compensó algo porque nunca respondieron a los pedidos de informe sobre este tema», aportó Fonseca y añadió que todas las reparaciones han corrido y siguen corriendo por cuenta de las arcas provinciales.

«Fue una obra hecha al boleo de forma improvisada, donde nunca se tuvieron en cuenta el efecto de factores como la falla de punilla, las precipitaciones o el impacto ambiental. Detrás de una obra realmente necesaria se escondió un gran negociado, con una erogación espantosa de dinero, beneficios a amigos del poder político y el silencio de la Oficina Anticorrupción que no investigó absolutamente nada», continuó el ex legislador.

«Había una cuestión electoralista. Había que demostrar que acá en Córdoba se hacían grandes obras y se hacían rápido, pero también está el interés espurio de tomar la obra pública como una gran cantera de dinero. La corrupción que impera acá es realmente alarmante, el Cuadrado es simplemente la punta del iceberg», advirtió Spada y concluyó: «Si hubiera independencia de poderes, no me cabe duda que ya le habrían pintado los dedos De La Sota».

¿Soluciones?


Desde su inauguración oficial en el año 2011, se han hecho diversas obras en el Camino del Cuadrado para evitar los derrumbes y grietas en la calzada que lo mantuvieron cerrado durante numerosos días. Las últimas se hicieron el año pasado e incluyeron gaviones (fardos de piedras y alambre que se utilizan para contención), banquinas con alcantarillados, cobertura con alambrado de acero, un muro de protección de hormigón de 80 metros de largo por 15 metros de alto y un viaducto, estas dos últimas ubicadas en la curva donde se inicia el descenso más pronunciado hacia Valle Hermoso, uno de los tramos más complicados. Según datos oficiales, estos arreglos costaron 192 millones de pesos.

Sin embargo, muchos se muestran escépticos ante la efectividad de estas obras. «En ingeniería siempre hay técnicas de corrección y control, el tema es que no están viendo el verdadero problema, están maquillando la caída de material inmediatamente vecina al camino cuando la cuestión es mucho más amplia. Las fallas están mucho más lejos de la zona que están atacando. Desde mi punto de vista, estas últimas tareas no van a ser muy efectivas. Uno recorre el camino y ve que el problema está, eso se sigue moviendo», declaró el geólogo Claudio Carignano.


«En las condiciones en las que está el camino, en cualquier momento va a haber otro deslizamiento. Hasta ahora ha habido suerte y no ha habido accidentes que involucren a personas. De milagro no se ha muerto nadie en el Cuadrado», afirmó.


«Son medidas paliativas porque al fin al cabo la inestabilidad de ese camino va a seguir estando. Obviamente ningún camino, por bien que esté hecho, está abierto todo el año. Pero en este caso el problema es principalmente infraestructural. Y esa infraestructura se construyó en el apuro de una gestión pública y no en la claridad de llevar adelante una política de Estado que perdure a través del tiempo», declaró a su vez Deon.

«Es de esperar que en el futuro pueda haber algunos desmoronamientos en otros sectores. Los trabajos que se han hecho ayudan a mitigar un poco el daño, pero no son garantía total. Ahora la única opción es ir tratando de solucionar los problemas a medida que aparezcan», concluyó Mario Spada.

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