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Ordenar entre todos

En entrevista con El Milenio, Santiago Mansilla habló sobre cómo se maneja la basura en la Villa y de qué se trata “Mi vereda, mi ciudad”, un plan para lograr orden y limpieza en la ciudad a través del compromiso de los vecinos.

Santiago Mansilla ha trabajado muchos años en gestión de residuos en la zona de Sierras Chicas, desempeñándose actualmente como asesor directo del Secretario de Desarrollo Urbano de Villa Allende. En entrevista con El Milenio, habló sobre cómo se maneja la basura en la Villa y de qué se trata “Mi vereda, mi ciudad”, un plan para lograr orden y limpieza en la ciudad a través del compromiso de los vecinos.


Por Lucía Argüello

luciaarguello@elmilenio.info

Santiago Mansilla

VILLA ALLENDE – Son 26 años recién cumplidos, Santiago Mansilla no sólo tiene el entusiasmo y la iniciativa propios de la juventud emprendedora, sino también experiencia y capacitación. Nacido y criado en Villa Allende, es diplomado en Políticas Públicas y ha hecho cursos de Gestión de Residuos a nivel nacional y provincial. Trabaja desde los 15 años y era uno de los propietarios de la Recuperadora Mansilla, empresa que se dedicaba a la recuperación de residuos reciclables en Villa Allende durante la gestión de Héctor Colombo.

A pesar de las desavenencias que la empresa tuvo con la llegada del nuevo gobierno, pronto ambas partes llegaron a un acuerdo y Santiago Mansilla fue incorporado a la función pública para abordar el tratamiento de residuos desde el mismo municipio. Tras reactivar la cuestión del reciclado con la Dirección de Ambiente, se convirtió en asesor del Secretario de Desarrollo Urbano.

“Hoy en día nuestro principal objetivo es ordenar la ciudad en cuanto al tema limpieza y servicios”, explicó el joven y añadió que, en ese sentido, la Municipalidad ha decidido poner en marcha el programa “Mi vereda, mi ciudad”, una propuesta que busca dar a conocer e implementar efectivamente una serie de puntos establecidos en la Ordenanza Impositiva Municipal (OIM) con respecto a la gestión de residuos y el mantenimiento de las veredas tanto por parte del gobierno municipal como, principalmente, de los propios vecinos.

“Siempre estuve comprometido con el tema ambiente en Villa Allende y creo que desde la función pública podemos generar grandes cambios. El desafío es salir de los problemas del día a día y poder plantearse objetivos a largo plazo”, opinó Santiago Mansilla.

El Milenio: ¿Cómo surge este programa?

Santiago Mansilla: Yo creo que el gran problema que tenemos hoy en día es que a la gente ya no le da vergüenza tener basura en la puerta de su casa, se ha perdido el respeto entre vecinos, no se cuidan los espacios públicos, cualquiera tira cualquier cosa y espera que el municipio lo levante. Es una conducta que no distingue barrios, a donde vayas tenés un colchón tirado, una cocina rota, escombros, sillas de plástico, etc. Sacamos cualquier cosa que nos moleste a la calle.

«Mi vereda, mi ciudad» significa orden, pero en ese orden necesitamos el compromiso de los vecinos. Hay que entender que la ciudad la hacemos entre todos, una gestión puede ser buena, pero si no tiene colaboración de los ciudadanos, es muy difícil que la ciudad se mantenga limpia y ordenada. La basura no habla, pero dice mucho de nosotros, y que hoy pasemos a limpiar un barrio y que mañana esté sucio de nuevo creo que demuestra que se necesita el compromiso de todos, no sólo del municipio.

EM: ¿Y cómo planean revertir esta situación?

SM: Dentro del programa lo que se hizo es organizar muchas cuestiones que están establecidas en la OIM y que por ahí la gente no conoce. Vamos a arrancar con una fuerte campaña de comunicación de la Dirección de Ambiente en conjunto con la Dirección de Inspecciones Generales. La idea no es empezar a hacer multas de una, sino que los ciudadanos entiendan y cooperen.

EM: ¿Cuáles son los principales puntos dentro del programa?

SM: Con respecto a los escombros, el municipio no va a levantarlos. La idea es que el vecino contrate un contenedor, una camioneta o que los lleve a la planta de tratamiento con su propio vehículo. En cuanto a los residuos verdes, pasto y hojas, lo que pedimos es que se saque embolsado y el municipio pasa todas las semanas a retirarlo, hemos reforzado mucho ese servicio. De esa forma se puede hacer un tratamiento especial para los residuos verdes y recuperar las bolsas, ya sea para reciclarlas o para reutilizarlas.

Lo mismo pasa con los cercos vivos, donde el gran problema es la falta de mantenimiento. Por ahí no lo cortan durante dos años y cuando se dieron cuenta, el jazmín tiene un metro de ancho. Lo ideal es que se corte con la misma periodicidad que el pasto y de esa forma sí se puede embolsar. También está contemplada en la OIM la multa por invasión de la vereda.

En cuanto a los residuos leñosos, para cuidar el arbolado urbano necesitamos que la poda se haga en invierno, como tiene que ser, lo cual nos va a permitir a nosotros organizarnos y reducir el costo de recolección de micro basurales y de poda que está siendo altísimo y poco eficiente.

También se estipula que el vecino mantenga el pasto de la vereda corto, que ponga un canasto para la basura, que respete el cronograma de recolección de residuos, etc. «Mi vereda, mi ciudad» es orden para la ciudad, pero entre todos.

EM: ¿Qué pasa con la basura en Villa Allende?

SM: Actualmente en Villa Allende funciona una planta de transferencia desde donde los residuos de la ciudad son enviados a un enterramiento sanitario. Sólo se recupera lo que se recolecta de los puntos verdes, plástico, vidrio y cartón que son trasladados a Buenos Aires para su reciclado.

Se ha hablado en los últimos meses de la posibilidad de establecer una planta de transferencia y selección a nivel Sierras Chicas. Creo que el gran desafío es encontrar un punto de equilibrio entre los costos operativos de la planta y la ganancia del reciclado, para mantenerlo en el tiempo. Sin duda tiene que haber presencia del Estado en estas cuestiones.

Hoy los residuos son un gran costo para la Municipalidad. Actualmente Villa Allende produce 30 toneladas de basura diarias cuando el 50% de esos residuos es orgánico y podría convertirse en compost, y de lo que queda, el 60% es reciclable. Si aprovecháramos eso, los costos operativos de recolección y transferencia o de una planta de selección serían totalmente distintos.

 

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