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Drogas en Sierras Chicas: una realidad encubierta

Cada día crecen los casos de adicciones, el narcotráfico y el narcomenudeo, los operativos policiales que terminan en incautación de drogas, las denuncias, el temor de los vecinos, las muertes. Son noticias del día a día que durante mucho tiempo, Sierras Chicas vivió como algo lejano y ajeno. Sin embargo, hoy la situación ha cambiado y la problemática se extiende por la región. ¿Qué lleva a un adolescente a entrar en el mundo de las drogas? ¿Cuál es el trasfondo estructural del problema? Y, lo más importante, ¿cómo salir? Un análisis de estos y otros puntos, en la siguiente nota.

Texto: Mirco Sartore. Colaboración: Lucía Argüello y Amira López Giménez


Las drogas, el narcotráfico, el narcomenudeo y las adicciones son dinámicas sociales y personales que normalmente se asocian a Córdoba Capital o alguna de las otras grandes ciudades del país, como Buenos Aires o Rosario. Sin embargo, son procesos que están más cerca de lo que parece y que también se dan en  Sierras Chicas.

Sin lugar a dudas, se trata de una problemática compleja, que involucra a muchos actores y tiene varias aristas. En este Informe Especial, El Milenio intentará abordar algunas de ellas a través de la mirada de tres personas: un joven vecino de la zona que durante algunos años consumió marihuana de manera adictiva y el año pasado terminó su proceso de rehabilitación, Juan Federico, uno de los periodistas especializados en narcotráfico más importantes de la provincia, y Mauricio Estudiez, psicólogo conductista y operador psicoterapeuta en adicciones por la Universidad Nacional de Córdoba.

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Desde adentro

“Entré al mundo de las drogas cuando me alejé de ciertas personas que eran mis mejores amigos de toda la vida. Quería buscar gente nueva, nuevos entornos. Yo siempre fui de juntarme con gente mayor que yo, además era muy activo en mi barrio, andaba mucho en BMX. Un día estas personas con las cuales solía andar me invitaron a la casa de un amigo a tomar algo. Mientras tomábamos un Fernet tranqui, me dicen si quería fumarme un porro. Yo primero les dije que no, pero al final terminamos consumiendo todos”.

Así comienza el relato de un joven de 16 años, vecino de Mendiolaza, que, aunque prefirió conservar su anonimato, habló con El Milenio sobre las circunstancias que lo llevaron a consumir drogas y cómo logró salir de ellas.

El Milenio: ¿Cómo siguió la historia a partir de ese momento?

Entrevistado: Ese día probé por primera vez la marihuana. Después de tomar por primera vez una sustancia, nunca más se vuelve a repetir la sensación que tuviste en aquella primera ocasión. En el momento de consumirla dije “no la pruebo nunca más”, pero a medida que me alejaba de mis otros amigos y me acercaba a los nuevos, comencé a consumir más marihuana. Más o menos empecé en agosto y ya para diciembre fumaba regularmente.

Mi consumo de marihuana creció con el tiempo hasta que un día mi mamá me dijo que me tenían que internar en un hospital neuropsiquiátrico de Córdoba. Al principio no accedí y me dijeron que empezaba un tratamiento ambulatorio o me internaban.

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Al final, me internaron: no por alguna sobredosis, sino como inicio de la rehabilitación. Estuve trece días. No pude dormir ni una sola noche. En el hospital, había de todo, desde ancianos hasta narcotraficantes, gente que estaba muy trastornada. Tuve cinco intentos de violación ahí adentro. Había un chico homosexual, que estaba muy mal y me dijo: “no duermas, porque te voy a ir a buscar”. Y él medía dos metros diez. Les dije a los médicos y lo tuvieron controlado. El chico con el que estaba internado no tenía ni brillo en los ojos, era una persona que vivía por vivir, no porque tuviera algún motivo. Me dio mucha lástima la verdad.

Salí a los trece días y empecé mi tratamiento ambulatorio. Tuve cuatro recaídas de consumo en todo el proceso pero hace un año ya que no consumo y la verdad que me cambió la vida el no fumar marihuana, porque cuando lo hacía era muy violento: con la marihuana lo que me pasaba es que estaba o muy contento o muy enojado, dicotómico. Realmente, el no consumir me cambió la vida. Ahora decir “no” me sale automáticamente, antes me podía salir de manera dudosa. Ante un “¿querés?”, ahora es un “no, gracias” y listo.

EM: ¿Qué consejo le darías a un chico que pasó por la misma situación?

E: Si es grave la situación, le diría que les diga a los padres que necesita ayuda. Si yo hubiera pedido ayuda, tal vez la recuperación me hubiese llevado cuatro meses y no diez. Lo principal es pedir ayuda y tener voluntad propia para cambiar esas actitudes, porque si no tenés vos mismo la voluntad, no vas a poder. A un amigo mío los padres lo encontraron cuando estaba consumiendo. Fue a tratamiento y le hacían reactivos, como a mí, para ver lo que consumía y lo que no, pero él los trucaba y seguía con el porro. Le dije hace bien las cosas, estamos nosotros para cuidarte, ¿qué sentido tiene que tus viejos te quieran ayudar si vos no aceptás la ayuda? Esto es algo muy puntual: pedir la ayuda y tener la voluntad para cambiar.

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El telón de fondo

Por supuesto que el asunto no se reduce a la dimensión individual del consumidor, sino que existen varios factores estructurales de fondo. Sobre ellos reflexionó Juan Federico, Licenciado en Comunicación Social, periodista de La Voz del Interior y autor del libro “Drogas, Cocinas y Fierros”, publicado hace dos años.

  1. Narcomenudeo y narcotráfico en Sierras Chicas

“Sierras Chicas siempre ha sido un lugar importante, no sólo de narcomenudeo, sino también de  narcotráfico. Por un lado, la zona está muy cerca de la Capital, que es el lugar de mayor demanda de la provincia. Entonces, Sierras Chicas es un punto clave para generar la oferta que pueda satisfacer a esa demanda. Por supuesto que hay que ver también el tema de la cantidad de kioscos: yo creo que solamente en uno o dos barrios de Córdoba hay más kioscos ofreciendo drogas que en todas las ciudades de Sierras Chicas juntas, pero no por eso es menor la situación serrana”.

“Por otro lado, es un lugar donde se cocina droga. Hay cocinas de droga aquí en Sierras Chicas y eso me consta, cerca de la zona de Unquillo, de Cabana, y en eso tiene mucho que ver la vegetación y la forma de llegar al lugar, ya que son zonas de difícil acceso para los investigadores. Y uno se da cuenta de eso: si viene un investigador, como todos en la zona se conocen, avisan a los narcotraficantes que viene la policía. Son lugares de cocina y de acopio de droga, no de venta directa, después se traslada esa droga a otras provincias”.

“Sierras Chicas tuvo una proliferación grande de kioscos como la tuvo toda Córdoba desde el 2001 para adelante, que es cuando se asienta el narcotráfico en la provincia y en la Argentina misma. ¿Qué pasó en el 2001? La crisis económica y un montón de desempleados que se predispusieron a trabajar para el narco con el objetivo de subsistir. Hubo un montón de gente que estuvo dispuesta a participar en esa dinámica social que es el narcotráfico y entonces, al haber más oferta, hay más consumidores. Además que hay muy poca investigación en la parte judicial, lo cual también contribuye al avance del narco”.

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Ayer, en B° Polinesias de Villa Allende, la Fuerza Policial Antinarcotráfico detuvo a tres hombres por venta de drogas. En los domicilios registrados se secuestraron más de 2 kg de marihuana además de cocaína, dinero, celulares y diferentes elementos relacionados al narcomenudeo.

“Con todo ese contexto, por supuesto que la Sierras Chicas no fueron ajenas. La transformación de nuestras ciudades empieza más o menos desde esa misma época. Hoy en Sierras Chicas hay una cantidad importante de kioscos, eso está muy claro. Villa Allende tiene lugares muy, muy claves en la cuestión del narcomenudeo. Aparte, es una ciudad que está muy cerca de lugares conflictivos para la droga en Córdoba como lo son Villa Cornú, Villa 9 de Julio, Villa Allende Parque, que son espacios donde han proliferado una inmensa cantidad de kioscos. Allí se establece un vínculo directo entre estas zonas y Villa Allende”.

“El narcomenudeo siempre va a proliferar más que las cocinas. En esto hay que entender que Sierras Chicas no escapa a las generalidades de la provincia de Córdoba: la realidad es que, el que quiere droga, la consigue con mucha facilidad. Y en Sierras Chicas no es difícil conseguir droga”.

  1. Un problema presente

“En Sierras Chicas hay un sistema de drogas que no se ha cortado. Hay kioscos, hay cocinas y la situación va en aumento. El verano pasado, en la zona se extendió mucho el fenómeno de las fiestas electrónicas, lo cual genera otro submundo narco que no deja de ser ilegal. Hay otro tipo de tráfico y otro tipo de sustancias que no se cocinan acá sino que se sintetizan en laboratorio y se traen desde otras zonas. Esto se desarrolló mucho sin que haya una medida represiva importante por parte de la Policía y la Justicia. Hace dos años murió un chico en el Camino al Cuadrado, en una fiesta electrónica clandestina. El chico había consumido éxtasis, popper, marihuana, cocaína y lo dejaron tirado, desnudo, en el hospital donde finalmente murió”.

  1. Las familias

“El negocio del narcotráfico en Córdoba está organizado en lo que llaman “Pymes”, que son organizaciones donde hay fuertes vínculos familiares. Son dos o tres familias unidas que trabajan alrededor de la droga, lo cual tiene una explicación muy lógica: hay confianza entre ellas. Entonces, todo el entramado delictivo se organiza alrededor de familias”.

“En Sierras Chicas se replica ese mismo  modelo. Ahora, lo que tiene Sierras Chicas es que, al ser un lugar de acopio y cocina, eso genera que haya un contacto entre bandas diversas. Muchas veces se habla de carteles y mafias. Bueno, ese tipo de organizaciones no existe en Córdoba. Lo que sí tenemos son organizaciones delictivas con relaciones y un fuerte componente familiar. Así se organizan. Por ahí, dos o tres familias se unen y terminan siendo una banda. Esa es la lógica que se replica en Villa Cornú, en Villa 9 de Julio, en todos lados. Por ahí tenés una familia pequeña, que vende droga, pero que necesita ponerse en contacto con otras familias o bandas que son las que distribuyen la droga”.

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En Sierras Chicas, más allá que hubo algún tema con nombre y apellido, nunca hubo una causa judicial que involucrara a importantes bandas. La mayoría de las causas son por kioscos particulares, donde han detenido a una persona nada más, que es el que está en el kiosco: el dealer. Se detiene a gente de la parte más superficial del narcotráfico, generalmente. Después hubo un par de causas federales, que fueron muy puntales y que tampoco fueron grandes eventos, sino que se encontraron con alguien que había almacenado marihuana en su casa  y lo llevaron a juicio. Pero no ha habido casos donde se haya desarticulado a toda una banda y haya habido un seguimiento minucioso del movimiento de los narcos con escuchas telefónicas y ese tipo de cosas”.

  1. La dinámica del narcotráfico: teros, deliverys y remiseros clandestinos

“Yo siempre hablo de la dinámica social que genera el narcotráfico. ¿Por qué digo que es una dinámica social? Porque el narco llega, se pone a cocinar, se pone a vender droga, agarra a los chicos de trece, catorce años que acaban de dejar el colegio y que están a la deriva, les da un poco de droga y unos pesos para que empiecen a custodiar la zona. Ellos son los llamados “teros”, que empiezan a silbar cuando ven un auto. Después, a los que son un poco más grandes y están también a la deriva, el narco les pone más plata y un arma, y son los que se encargan de ir a cobrar, amenazar y ajustar”.

“Después ¿qué hace el narcotraficante?: están las mujeres que tienen los maridos prófugos, presos o muertos. El narcotraficante va y les dice que vendan droga por la ventana a cambio de protección y plata para alimentar a sus chicos. Y esas mujeres, como no tienen ninguna otra ayuda ni ningún trabajo, aceptan. Y si la mujer dice que no quiere vender, entonces los narcos le ofrecen guardar la droga a cambio de plata. O van y les dicen: “si vos querés tener un negocio, una pizzería, una lomitería o lo que sea, nosotros te compramos todo y vos agarras el delivery y repartís droga con eso”. La droga tiene mucha influencia sobre lo que es el delivery”.

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“Y sino, tenés la otra cara: como es riesgoso para el consumidor ir a comprar droga, ya que le pueden robar o matar en los barrios peligrosos, ahí aparece otra figura más que es la del remisero ilegal, trucho, que le cobra el doble a un cliente, pero que le asegura entrar al barrio, comprar la droga y salir del lugar sin que le pase nada”.

“Entonces, vos ves que toda esa gente está viviendo alrededor del narcotráfico. Sin vender droga, esa gente participa de esa dinámica. Por lo tanto, ¿quién de ellos va a querer denunciar a los narcotraficantes? Mañana la policía puede ir a cerrar todos los kioscos de droga que hay en Córdoba, ya que todo el mundo sabe dónde están y de quiénes son, pero, ¿qué haces con toda esa gente que se quedó sin su medio de subsistencia?”.

  1. El futuro de la región

El futuro de Sierras Chicas está ligado al de Córdoba. Hace años que vivimos un momento bisagra. Todavía está a tiempo Córdoba, por ejemplo, de no ser Rosario, que tiene tres veces más muertos por narcotráfico que nosotros. Miren qué cerca y a la vez qué lejos estamos de Rosario, según cómo lo vea cada uno. ¿Estamos haciendo algo para no convertirnos en Rosario? No. No estamos pensando a largo plazo. Yo no advierto que de a poco la oferta se vaya reduciendo, sino todo lo contrario: cada vez tenemos más drogas nuevas y más chicos involucrados”.

No hay una visión política del asunto en la región serrana, y hace mucha falta. Más allá que algunas veces el narcotráfico se pone de moda y todos muestran algunas cosas, apenas se puede, pasan a otro tema. Por ejemplo: ¿qué pasó en Villa Allende con el tema de los gendarmes? Fueron los gendarmes, ¿se solucionó el tema de la inseguridad en Villa Allende al final? Se cambió de agenda, se cambió de tema, siempre nos quedamos con debates inconclusos”.

Celebro que el gobierno de Macri haya cambiado el discurso y haya aceptado que hay un problema de narcotráfico. Sabemos entonces que no van a mirar para otro lado, pero seguimos corriendo de atrás y son años los que vamos perdiendo”.

Se puede, siempre se puede

Por último, el punto de vista de Mauricio Estudiez, psicólogo conductista y operador psicoterapeuta en adicciones de la Universidad Nacional de Córdoba, que dialogó con El Milenio sobre cómo prevenir y tratar el problema, cada vez más extendido, principalmente entre los jóvenes, de la adicción a las drogas.

El Milenio: ¿Cómo se trabaja en los casos de chicos que han caído en la adicción? ¿Cuál es el primer paso?

Mauricio Estudiez: Lo primero que debe hacer el sujeto, es tomar conciencia de la enfermedad. Uno puede sufrir y sentirse mal, pero todavía puede no haber una conciencia interna de reflexión respecto a “tener que dejar la sustancia”. Yo puedo sufrir las consecuencias más extremas, pero si no tomo consciencia de que tengo que dejar esa sustancia, no voy a poder enfrentar un proceso de rehabilitación.

Tenemos que tomar conciencia de este hecho. La familia pasa por momentos bastante complejos en nuestros tiempos y esto no toca sólo a un estrato social, sino a la sociedad entera. Ya no hay una sociedad que te genere una protección como lo hacía antes, ahora la protección tiene que ser individual. Ya no puedo decir voy a llevar a mi hijo a hacer deportes porque eso lo protege del consumo, porque eso ya no es así. Yo tengo pacientes hoy inmersos en las drogas por haber empezado a hacer deporte en un complejo donde el profesor les ofrecía marihuana y se juntaba a consumir con ellos. Entonces, tenemos que tomar conciencia: hoy la droga se mueve de una forma bastante peligrosa.

EM: ¿Cuál es la mejor forma de prevenir la entrada al mundo de las drogas?

ME: Desde mi perspectiva y desde lo que la psicología aportó y aporta a este problema mundial, te puedo decir que la mejor prevención es estar informado. Creo que el desconocimiento y la ignorancia sobre un tema te hacen vulnerable al mismo. Es como no saber que la estufa quema o que la espina pincha. Es necesario tener la mayor información para la prevención, es la mejor herramienta para no entrar al mundo de las drogas: llegar un pasito antes que la problemática aparezca, porque después la situación se convierte en una asistencia. Y ésta es algo más compleja que la prevención, ya que hay factores de riesgo implicados.

EM: ¿Qué recomendación le harías a los gobiernos municipales de la zona para que empiecen a tomar cartas en el asunto?

ME: A pesar de lo que dije antes, todavía sostengo que el deporte es muy importante para que se puedan generar espacios no sólo para el joven o adolescente, sino para la familia también, pero necesitamos generar y afianzar vínculos a nivel municipal. Tanto a nivel municipal como provincial es importante empezar a poner el enfoque en la prevención, que es nada más y nada menos que información con herramientas. Hay que generar los recursos que amerita la problemática para ver menos personas enfermas, familias destruidas y ascenso de violencia en nuestras sociedades.

Otra cosa más: la prevención no tiene que tener su enfoque sobre la sustancia, sino sobre la conducta. Entonces, las drogas, los femicidios, la violencia en general, son acomodadas cuando estructuro mis creencias y las fortalezco para establecer una estabilidad emocional. Sin duda que el amor y la contención hacia el otro van a ayudar mucho, ya que es lo que forja el amor propio. Hay que trabajar sobre la estructura a nivel de creencias y lograr una estabilidad emocional, eso es lo fundamental, para así poder terminar con un final no perfecto, pero siempre funcional con uno mismo, con la familia, con la sociedad. Se puede, siempre se puede.

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