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FILOSOFÍA PARA NIÑOS (y grandes)

Martín Fogliacco es un cordobés tan joven y promisorio como la filosofía para niños (género en el que desembarcó casi sin darse cuenta). Escribió el libro Marula basado en distintas experiencias propias: el asociativismo por encima del individualismo, la ayuda mutua por encima de la apatía, lo social por sobre lo privado, y la eterna inquietud por saltar las vallas que nos acorralan en esquemas pequeños y prejuiciosos.

Martín Fogliacco es un cordobés tan joven y promisorio como la filosofía para niños (género en el que desembarcó casi sin darse cuenta). Escribió el libro Marula basado en distintas experiencias propias: el asociativismo por encima del individualismo, la ayuda mutua por encima de la apatía, lo social por sobre lo privado, y la eterna inquietud por saltar las vallas que nos acorralan en esquemas pequeños y prejuiciosos.

Martin Fogliacco


Por Juan Carlos Stauber | periodico@elmilenio.info

El Milenio entrevistó a Martín Fogliacco con la misma inquietud de aprender de quien aprende. Su libro “Marula” ya fue presentado en nuestra zona varias veces: Biblioteca Popular Sayana (Mendiolaza), Colegio Nuestra Señora de las Mercedes (Unquillo) y pronto vendrá a la feria del libro del Instituto Educativo Nuevo Milenio (Septiembre).

En una primera instancia, este medio le consultó el por qué y cómo surgió esta obra que ha despertado mucha curiosidad por el objetivo que persigue; a lo cual Fogliacco comentó: “En el caso de Marula, podríamos hablar de dos momentos, uno el que yo imaginé antes de hacerlo y otro lo que se fue dando después de hacerlo, en el “para qué” que ha mutado de lo que era el propósito original. Al comienzo la idea había sido familiar y personal: introducir básicamente a mi hija al mundo de la Filosofía, de manera que cuando ella tuviera que leer, más adelante, sea por la escuela o por gusto, no le resulte un mundo ajeno, sino que ya de algún lado le suene la cuestión de las preguntas, de la curiosidad, de que no hay ‘una’ respuesta única para las cosas como si fuese una linealidad, sino que se construyen en función del contexto. Entonces yo no quería hacer para mi hija un libro, que fuese con respuestas cerradas sino un libro de  preguntas abiertas que impulsen a la curiosidad. Y ese fue el primer momento”.

“Después cuando ya salió (el libro) y se empezó a leer tuvimos otras devoluciones que por supuesto hicieron mucho más interesantes, y es que nunca nos dimos cuenta que por edad a la que apunta Marula los pusimos a leer también a los padres, entonces muchos se encontraron de nuevo con preguntas que quizás nos hemos dejado de hacer hace muchísimo tiempo. Y sin quererlo (Marula) se convirtió en un libro de padres e hijos. Uno leyéndoles a los chicos vuelve a reconectar con esas preguntas que quieras o no te obligan a volver a curiosear. Entonces si hubiera una definición del “para qué”, seria para despertar la curiosidad de volver a encontrarnos con la pregunta que nos moviliza”, definió el escritor.

El Milenio: ¿Qué inesperados resultados te trajo también Marula no solo para afuera, sino también a vos como autor que te motivaron a crecer?

Martin Fogliacco: Primero el hecho de haber hecho consciente que publicar un libro no es algo para los ajenos, que están lejos, si no que todos podemos hacerlo. Y ese fue un gran descubrimiento porque a mí siempre me gusto escribir pero nunca me animé a publicar por esta mitificación que hay de que el escritor parece una persona absolutamente externa, ajena a todo lo que pasa, que no va al almacén, en su mayoría muerto, o canonizado por unas academias a las que no podemos acceder.

La otra fue cuando me fui encontrado con las preguntas de los chicos, que siempre van amas allá. Los chicos van a los limites epistemológicos de la ciencia, y solamente preguntando “y por qué”. Y lo llevan a uno a buscar no sólo información sino también a ir a zonas donde no sabemos. Y los adultos no resistimos muchos “por qué”, y vemos que estamos parados en supuestos que son absolutamente ficticios, en la gran mayoría de sus casos. Eso fue uno de los grandes aprendizajes que me liberó de tener que ser el sabio, de tener que saber en definitiva. Y al final nadie sabe “todo”, y reconocerlo es muy liberador: darnos cuenta de que vamos construyendo en función de lo que vamos pudiendo, en función de lo que viene antes que nosotros.

EM: ¿Vos entonces creés que Marula se puede leer sin la mediación de un padre o un adulto?

MF: Yo creo que sí, que los chicos tienen mucha más capacidad de leerlo que nosotros los adultos, porque nosotros lo leemos con todos los filtros y categorías incorporados. Los chicos, en cambio, no tienen esos filtros o categorías. A medida que vamos creciendo y vamos dando por ciertas las cosas, vamos haciendo capas o cayos que no nos permiten que veamos las cosas como son. Y los chicos no tienen esas capas, entonces cuando leen el libro van y se preguntan por cosas que son absolutamente concretas, y creo que están muchos más preparados para leer la pregunta que nosotros los adultos que tendemos a responder con alguno de los prejuicios.

EM: En ese sentido, vos has comprendido la filosofía como el arte de la pregunta y no como un libro de moralejas éticas.

MF: Totalmente, pero las moralejas éticas también son construcciones que hoy están hechas de discursos que lamentablemente son muy conservadores y muy hegemónicos. Entonces de pronto la ética de ser una buena persona no nos permite cuestionar determinadas cosas, pre ejemplo, acerca de por qué las cosas funcionan como funcionan. Entonces cuando uno quiere ser buena persona de pronto no puede ser alternativo, o pensar distinto de estas cosas que se construyen. Así, al bajar línea de moraleja me parece que no dejamos de producir discursos únicos, del “yo sé lo que a vos te hace falta”. En cambio la pregunta hace que cada uno busque lo que le hace falta.

Marula 1

EM: ¿Cómo se gesta Marula?

MF: Se gesta al borde de la cama de mi hija. Antes de que se durmiese le contaba siempre un cuento y ella me decía: invéntame uno tuyo. Yo le empezaba a inventar algo y así fue naciendo Marula. Por eso los cuentos tiene la duración de lo que se duerme un niño. Porque yo la acompañaba en ese momento. Yo no quería contarle esos cuentos con las respuestas dadas con moralejas. Pensaba mucho más en que antes de dormir se quedase con la imaginación abierta y que así podría llegar a soñar con algo distinto a lo que le podía decir yo a partir de mis preguntas. Lo hice desde ahí y de reconocer mis limitaciones para darle respuestas a esa edad que tenía ella (4 y 5 años) que siempre estaba preguntándome “y por qué y cómo”, y yo no tenía la capacidad de darle todas esas repuestas. Entonces me dije: voy a escribir esas respuestas que no tengo, pues es preferible dejar esas cuestiones filosóficamente planteadas como preguntas.

EM: ¿Definirías entonces a Marula como un libro de filosofía? ¿Por qué es un libro de filosofía para niños?

MF: Para mí es un libro de filosofía justamente por eso: porque no da respuestas, porque es un libro que invita a preguntarse, es un libro a la invitación filosófica. Más allá de que para hacerlo tuve que leer un montón de autores como Platón, Marx (hay un capitulo que van a tener que ir descubriendo cual es), a Sartre, etc. Más allá de que tuve que leer todo eso me parece que justamente la filosofía tiene que ver con todo eso de preguntar permanentemente y cuestionar. Esto fue para mí lo que yo aprendí de la filosofía: que todos estos autores siempre se hacen a partir de reconocerse en la ignorancia y reconocer que tienen muchas preguntas que hacerle a la realidad desde su subjetividad. Y creo que Marula es filosofía por esto. Lo demuestra en el parecido con la alegoría de la caverna cuando ella sale del corral y descubre que el mundo es enorme, y en realidad el mensaje subliminal o el mensaje que está ahí es que uno tendría que descubrir cuáles son las vallas que no saltamos y qué es lo que no conocemos, porque esa es la ignorancia más profunda que tenemos todos.

“Uno tendría que descubrir cuáles son las vallas que no saltamos y qué es lo que no conocemos, porque esa es la ignorancia más profunda que tenemos todos”.

EM: Entonces en algún sentido parece que Marula representaría a tu hija, pero en realidad te representa a vos…

MF: (risas) Pienso que nos representa a todos, a cada uno que lee y que se da cuenta, y logra hacerse la pregunta, y reconocer cuáles son sus vallas: creo que ahí es donde se lograría el prometido de Marula. Eso fue lo que te comentaba sobre haber puesto a los padres a leer, que en muchos casos hemos tenido esa devolución de padres que hacía mucho  no se formulaban estas preguntas o de pronto empiezan a pensar “¿cuál es mi corral?”.

Marula

EM: ¿Tuvo recepción también en las escuelas?

MF: En las escuelas tuvo mucha recepción, no como libro académico sino que me invitaron a muchos colegios a leerlo y a trabajarlo con los chicos. De hecho, en una editorial me pidieron si podían usar los textos sueltos en una editorial que tiene libros de texto, de primaria para usar fragmentos como disparador en las actividades del aula, no Marula completa porque no es un libro de actividades para filosofar, ya que es un libro de cuentos básicamente.

También en las bibliotecas populares nos invitaron porque ese otro trabajo que nosotros planteamos cuando largamos el proyecto. Si íbamos a hacer un proyecto inclusivo por varias cosas que seguramente podríamos hablar, teníamos que hacer difusión de la palabra y acercar no  solamente allí donde pueden pagar el costo del libro sino tratar de llevar la lectura a donde más se pueda, como los espacios públicos y populares.

Es un libro que nace en el seno de la familia pero que luego se gesta en una comunidad. Es un libro asociativo. Igual está muy vinculado a la economía social, al trabajo de difundir y afianzar la economía popular. Yo hace diez años que trabajo con cooperativas, mutuales, y siempre pensando en cómo resolver las cuestiones económicas, no del dinero sino económicas de asegurar los recursos para la supervivencia y el buen vivir en comunidad. Eso lo he llevado a través de distintas instituciones y por supuesto que mi libro no podría ser diferente, no podría ser incongruente con eso. De manera que siempre lo pensamos con ese carácter colectivo, incluso en su financiamiento que lo hicimos a través de una técnica que es financiamiento colectivo, y logramos sumar a más de 250 personas que fueron los financistas, digamos, los promotores de Marula.

No se trata de una preventa sino que era así: si querías que esto pasara, que existiera Marula, entonces vos podías ser parte de que eso realmente suceda. Así la comunidad Marulera que fuimos creando dijo: “hagamos que suceda”, y lo expresaron a través de un aporte económico, pero también de la difusión del proyecto a través de participar en las reuniones, de estar el día de la presentación, de ir a bailar con los chicos los días que proponíamos baile. Todo eso fue haciendo que el libro, que era realmente muy caro, lo hiciéramos efectivo, incluso lo imprimimos en papel grueso para que los chicos puedan jugar sin que se rompa, a todo color, con una imprenta cooperativa.

EM: ¿Conociste otras obras o iniciativas semejantes a la tuya?

MF: De hecho hay una editorial en Córdoba que todas sus ediciones son así, de financiamiento colectivo, de código abierto, que hacen trabajos muy lindos. Posiblemente en algún momento a mi me gustaría trabajar con ellos y ser amigos de ellos. Es toda una corriente no solo de literatura sino que también de música, de pintura, artística en general, pero es mucho más amplia que Marula. Yo me inserté en ese mundo, y asocié el proyecto más algo que es más que el papel, o el texto. Por eso hicimos los muñequitos, remeras, etc..

De alguna manera tratamos de materializar lo máximo posible lo que sucedía en el cuento. Y por ejemplo, el muñeco fue un gran hallazgo por el hecho de que los chicos pudieran jugar con algo que no era real y con el muñequito podían verlo. Hicimos las remeras, y así Marula está pintada. Está la canción, etc. Y el proyecto se fue haciendo mucho más grande al superar el personalismo de un autor egolátrico.

EM: ¿Cómo sigue el trabajo de Marula si es que sigue o ya lo das por cerrado? ¿Qué otras motivaciones te trajo paralelamente el haber logrado a Marula?

MF: Por supuesto, el proyecto sique más allá de este libro. El proyecto de difundir los libros como herramienta de pensar preguntas, para difundir filosofía, para encontrarse con esas preguntas, como dijimos antes. Ahora estoy trabajando en dos cosas: primero tratar de transformar a Marula en un libro electrónico para poder mejorar el esquema de distribución, que es una cosa que nos resulta muy anti-económico, si se quiere, y a través de estas herramientas virtuales se puede facilitar la llegada a otros lugares.

Pero además lo estamos traduciendo a tres idiomas: francés, portugués e inglés, para poder llegar más lejos. Fueron invitaciones que surgieron en el camino. Por otro lado, quiero empezar y escribir en filosofía de América Latina, y llevar a los niños también esa opción, la de leer otras corrientes que no son las que siempre leen en la escuela. Entonces estoy tratando de investigar, de ponerle el cuerpo a estas búsquedas, porque cuando uno lee algunos autores en clave de poesía, por ejemplo Atahualpa Yupanqui, tiene una filosofía en la relación de las personas con la tierra, con lo que come, con lo que trabaja, con lo que hace que se exprese de una manera distinta al filtro que yo traigo. Me invita a analizarlo de una manera que no lo puedo internalizar tan fácilmente, hasta que un día te cae la ficha y ahí ya cambia mi estructura neuronal, y ese es el que realmente podré internalizar esa filosofía más nuestra. Cuando eso suceda me voy a animar a escribir desde esta perspectiva latinoamericana, con el respeto que merece, para darle una opción verdadera a los chicos. Pero me gustaría sentirlo primero, después pensarlo y después escribirlo en esa clave latinoamericana.

Podemos concluir con la dirección de “Café del Alba” (9 de Julio 482 – de 8 a 20 hs). También puede contactarse en el facebook de Marula.

Otros libros recomendables son: ¿Qué es Filosofía para niños?, de Kohan, Waksman (Bs As, Oficina de Publicaciones del CBC, UBA, 1997) o Filosofía para niños. Discusiones y propuestas” de Kohan y Waskman (Bs. As., Novedades Educativas, 2000).

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