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Tejiendo metáforas

Beatriz Renard es una artista y artesana unquillense que combina el arte textil y la orfebrería en piezas únicas con un inconfundible resabio ancestral, pero con la marca de la creatividad contemporánea. Hoy participa de una muestra colectiva en el Museo Spilimbergo que puede visitarse hasta el 6 de setiembre.
  • Colaboradores: Melina López y Francisco Pizarro, 4° IENM.

Las manos de Beatriz Renard son las manos de una artista, de una artesana y de una trabajadora. Unas manos arrugadas de abuela, de esas que tienen los dedos un poco torcidos tras tantos años de exigencia, pero que aún se mueven con firmeza entre telares, agujas y bastidores. Manos por las que han pasado miles de hilos, tejiendo cientos de tramas.

Y es que Beatriz Renard es una especialista del arte textil, una disciplina artística novedosa pero en franco ascenso, que combina técnicas ancestrales y gran creatividad en obras como las que pueden verse hoy en el Museo Spilimbergo como parte de la muestra “Tiempo natural”.

La trama de una vida

“Yo no reniego de haber sido artesana, me gusta, porque son los pasos que hay que seguir para llegar a ser un artista”, aseguró Beatriz Renard.
“Yo no reniego de haber sido artesana, me gusta, porque son los pasos que hay que seguir para llegar a ser un artista”, aseguró Beatriz Renard.

Rosarina de nacimiento pero cordobesa por adopción, Renard charló con El Milenio y confesó que siempre le gustó tejer, pero sólo con las vueltas de la vida pudo convertirlo en su principal actividad.  «A mí me interesaban las bellas artes, fue lo primero que pensé cuando terminé el secundario. Pero era la época de la guerrilla y uno de los lugares que tenía más influencia era la Facultad de Bellas Artes, así que mis padres no me dejaron ir y terminé estudiando Ciencias Políticas», contó Renard con una sonrisa de resignación.

El título de licenciada le permitió trabajar en distintos ámbitos y ejercer la docencia, pero el impulso artístico siempre estuvo latente en ella, siendo la fotografía su primer acercamiento en este sentido. Sin embargo, el paso decisivo lo daría en 1995 de la mano de su hermana Susana. «En un momento que yo estaba sin trabajo mi hermana Susana, que es antropóloga especialista en textiles, me dice ‘¿y por qué no empezamos a tejer?’ Era algo que hacíamos desde chicas, porque mi madre nos enseñó a tejer a dos agujas, y ella ya había aprendido un montón de técnicas textiles por su trabajo», señaló la artista.

Y así, aunque una estaba en Buenos Aires y la otra en Córdoba, Beatriz y su hermana pusieron en marcha un emprendimiento de vestimentas artesanales que la fueron sumergiendo en el conocimiento de las técnicas más diversas. En el 2001 ingresó al taller y centro de investigación textil “La Rueca”, donde la veta artística de lo que hasta ese momento había sido no más que un trabajo y una artesanía floreció abiertamente, llevándola a exponer en numerosas muestras.

En los últimos años ha incursionado en la orfebrería y sus obras actualmente combinan hebras de hilo y de metal. «Creo que mi mayor logro es haber hecho lo que me gusta. Me metí a hacer una carrera que no me gustaba, trabajé y confirmé que la política no me gustaba, y menos de adentro, porque todos los políticos son iguales. Haber logrado llegar al arte, es lo mejor que he hecho», aseguró la Renard.

¿Arte o artesanía?

La disputa de qué es y qué no es arte, es tan vieja como el arte mismo, y el textil tampoco escapa a la polémica. «Como dijo Bondone, el director del Palacio Ferreyra, hoy ya se ha superado aquella recurrente dicotomía que establecía la separación entre bellas artes y artes decorativas. El textil tal vez nació como artesanía, pero hoy es un arte, un arte que implica infinidad de técnicas y materiales de los más diversos, hasta alambre o raíces», explicó Renard. «Por supuesto, como pasa siempre, hay arte que a la gente no le gusta», añadió.

«Hay algunas manualidades que no llegan a ser arte porque se trata simplemente de unir cosas, como el bijouterie, y muchos lo llaman artesanía. Pero cuando vos a eso le ponés tu sello personal, algo que lo distinga, un estilo propio, dedicación y empeño; eso pasa a ser arte. Para mí la distinción entre arte y artesanía no sirve. Un buen artista, en este caso un artista textil, tiene que ser primeramente un buen artesano», opinó la artista.

Sin embargo, Renard reconoce que para la gente común esta es una mirada difícil de aceptar. «La gente no está acostumbrada, piensa que el artesano es hippie y que el hippie por ser hippie tiene que vender barato. A una empleada doméstica le pagan $40 la hora. Una prenda tejida lleva al menos 30 horas de trabajo, y eso nunca se alcanza a cobrar en el precio final», explicó Renard y reflexionó sobre la singularidad de la obra artístico-artesanal: «En China te hacen una faja pampa. Pueden copiarte absolutamente todo, pero no pueden copiarte el arte, la creatividad que vos le ponés a cada cosa. Uno hace una obra y es única, no va a haber otra igual».

Arte textil a la carta

Actualmente Beatriz Renard ha organizado una muestra en la que se pueden apreciar algunas de sus obras. Se trata de “Tiempo natural”, una propuesta en la que participan siete artistas textiles que hablan de la naturaleza con metáforas de hilo y otros elementos. La misma puede visitarse hasta el 6 de setiembre en la Casa Museo Lino Enea Spilimbergo (Av. Spilimbergo 744), miércoles y jueves de 10:00 a 18:00 hs y de viernes a domingos entre las 15:00 y las 20:00 hs.

Otra alternativa es visitar la propia casa y taller de la artista, donde funciona “La Muyuna Objetos” (Santa Fe 590), un espacio que forma parte de la organización “Unquillo creativo” donde Renard expone sus obras de textilería y orfebrería, da clases, brinda explicaciones a algún que otro curioso y, por supuesto, vende sus trabajos.

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