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Sufrir cada frase

Maximiliano Spreaf es un escritor de origen porteño, pero desde los 6 años vive en Córdoba Capital. Estos años de mudanzas le permitieron dar sus primeros pasos en la escritura. Estuvo fuera del país durante varios años. A su regreso se dedicó a la poseía con la que ganó el 1° premio del Club Editorial Sierras Chicas.

Maximiliano Spreaf es un poeta y escritor oriundo de Buenos Aires, que se crio en Córdoba capital pero desde hace un tiempo vive en Salsipuedes, más precisamente en La Granja.

Sus inicios con la lectura fueron entre los seis y siete años, cuando comenzó a interesarse por los libros.

En este sentido, el autor contó una anécdota a El Milenio: “un día en el tercer grado del colegio, me pidieron que haga una redacción y yo me despaché con siete páginas, cuando mis compañeros apenas llegaron a media carilla.  Llamaron a la inspectora del colegio y al ser chico estaba contento pero a la vez asustado porque los demás niños me veían como un ‘bicho raro’”.

En la adolescencia, comenzó a utilizar la escritura como catarsis, dejando todos sus problemas y pensamientos personales en los textos.

Hacia el año 2000, debido a la gran crisis que sufría Argentina, decidió buscar un mejor porvenir en diferentes países. Fue así, como estuvo dos años en los Estados Unidos trabajando en boliches como dj. Pero el grave atentado terrorista a las Torres Gemelas complicó su permanencia en dicho país.

“No me gustaría escribir una novela, porque soy un escritor de corto aliento, escribir una novela me llevaría añares y seguramente no sería muy buena”, confió a El Milenio.
“No me gustaría escribir una novela, porque soy un escritor de corto aliento, escribir una novela me llevaría añares y seguramente no sería muy buena”, confió a El Milenio.

El nuevo destino al que decidió migrar fue España, más precisamente la ciudad de Barcelona. Y gracias a su primo, trabajó en tierras ibéricas por más de seis meses.

Sin embargo, las cosas se complicaron para Maximiliano porque no llevaba una vida saludable por sus trabajos nocturnos. Es por esto que decidió regresar hacia Argentina, principalmente para estar con su hijo.

Tenía 29 años cuando volvió a pisar suelo cordobés, y desde ese momento decidió que debía dedicarle gran parte de su tiempo a la escritura.

Con mucha más experiencia sobre sus espaldas, en el año 2013 publicó su primer libro de poesías, al que llamó “Arrojado”. Esto lo hizo con sus propios recursos, sin ningún productor que lo banque. Se imprimieron un total de 700 ejemplares, los cuales se vendieron todos en un mes y medio.

Pero no fue hasta que comenzó a relacionarse con Iván Ferreyra, que es un promotor reconocido de Córdoba, y que además tiene una editorial, que su nombre comenzó a resonar entre varios de sus colegas: “Él tiene eso de promover a gente común, no a escritores que vienen de academias o tienen un título”.

Un amor conflictivo

Spreaf tiene una relación conflictiva con la escritura. El autor reconoce que no le gusta escribir, y lo anterior se debe a que sufre demasiado cuando produce sus textos, debido a que emerge en él un cuestionamiento existencialista que lo obliga a preguntarse si es lo único que sabe hacer.

“Al principio uno lo disfruta, pero a medida que va pasando el tiempo comencé a darme cuenta que no me quedo conforme con lo que escribo”, reconoció a este medio.

Poesía de la vida

La poesía forma parte de Spreaf, porque para el escritor ésta se perfecciona con los años y las experiencias. Esto lo lleva constantemente a reinventarse dentro de este género, y en este sentido está intentando producir poesía fantasiosa.

“Me interesa mucho saber el porqué de nosotros en el mundo. Yo mismo no sabía quién era hasta los 30 años y cuando me di cuenta me enfoqué en lo que soy ahora, un escritor. La poesía no siempre se trata de amor y sueños, se trata de hasta cuando te levantás y te ponés las medias al revés”, expresó Maximiliano.

Una de las cosas que lo llevó a crecer como profesional fue la posibilidad de leer poesías. Con respecto a esto, el autor destaca que en Córdoba existen grandes poetas, que además son referentes a los que admira. Entre ellos se encuentran: Alejandro Smith, que es un poeta de Villa María, y Laura García Del Castaño, poeta cordobesa.

Vivir de la poesía

Las poesías de Maxi fueron publicadas en distintas web de Chile, España, Cuba y Costa Rica. Por otro lado, el año pasado la Municipalidad de la ciudad de Salsipuedes publicó una antología de cinco poetas de las Sierras Chicas, y Spreaf fue uno de los que participó de la recopilación.

Con respecto a esto, el escritor le dijo a El Milenio que no se puede vivir de la poesía, aunque si se puede vivir de escribir en revistas y diarios: “Considero que sólo pueden vivir los escritores más reconocidos y con más experiencia en la poesía. La poesía nos vive a nosotros”, agregó.

Premio y difusión

Hace pocas semanas el Club Editorial de Sierras Chicas llevó adelante el 1° Concurso de Poesías realizado en Unquillo, y el primer puesto fue para Maximiliano Spreaf. Es así como esta editorial publicará un libro con 26 poemas.

El escritor ve lo anterior como una gran oportunidad para entrar en el círculo de escritores y así lograr reconocimiento ante el público.

Pasado – presente – futuro


En el pasado vivió en el barrio de Nueva Córdoba, pero el constante ruido lo obligó a mudarse a La Granja. En la actualidad, este lugar le sirve como inspiración a la hora de escribir, “me está yendo mucho mejor, desde que estoy acá, en mi vida personal y laboral”, reconoció.

“En un futuro no muy lejano añoro sacar libros, aunque sea uno al año y que cada uno de ellos sea mejor al anterior. Quiero que me lea mucha gente porque para eso escribo, si escribo para mí no tiene ningún sentido”, concluyó el escritor.

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